viernes, 14 de noviembre de 2008

Prosa poética de Jesús Guisa y Azevedo

La leyenda en latín se traduce : "Este es Jesús Guisa y Azevedo doctor angélico, arzobispo en tierra de infieles en Salvatierra, año de 1952."
Retrato de Jesús Guisa y Azevedo pintado por el doctor Atl.

Vista de la casa natal de Jesús Guisa y Azevedo en su estado actual, ubicada en Salvatierra, Gto.

Vista del Puente de Batanes construido por los Carmelitas Descalzos en el siglo XVII, y Río Lerma en Salvatierra, Gto.
Salvatierra y su puente.


El río, nuestro río, parecía un obstáculo. Agua movediza, que se desliza estrepitosa, en cascadas, convida a la aventura, a ir lejos, a perderse en el horizonte, a viajar, a llegar al mar. Pero dominamos ese obstáculo, saltamos por encima de él para quedarnos en nuestra tierra, para señorearla y ser sus dueños permanentes. E hicimos el puente...Y no, no termina allí la ciudad. El puente es el centro de ella. Mirador, atalaya, vigía, puesto de centinela, eso es el puente de Salvatierra sobre el río Lerma.
Se acaba la ciudad en su puente, pero, también, allí empieza... Allí empieza nuestra peregrinación, nuestra fuga y, en algunos casos, nuestro olvido. Pero allí empieza, también, el retorno, la conmoción de volver a recuperar lo perdido y el consuelo de recordar lo olvidado.
El puente es el centro de nuestra ciudad...


El portal de la Columna


...este portal por su monumentalidad es uno de los
rasgos fisonómicos de nuestra ciudad. Fue construido por los carmelitas, estos frailes beneméritos que hicieron el puente y domesticaron, para maridarla con la tierra, el agua del río Lerma. Properans aqua per agros, que dijo Horacio. Agua presurosa en fecundar los campos. Empieza el portal con una casa de estos frailes, destinada quizás a recibir la visita de hombres prominentes y acaba con un mesón, donde, frente a los macheros, existían aquellos hornos en que, encendidos día y noche, se tostaba la inmensa cosecha de ese cacahuate que en todas las ferias de la nación se conocía por el “salvatierreño sabroso”.
Portal de la Columna, nariz aguileña, lunar en el carrillo, pestaña rizada, signo y señal de hermosura de la cara de nuestra ciudad...




Puente de Batanes construido por fray Andrés de san Miguel, y copas de árboles de Sabino en Salvatierra, Gto.
El árbol de nuestro valle...


El árbol es el adorno, la decoración, lo que es decir que es la belleza de la tierra. Es la transformación de ésta en sustancia vital. Es el color verde y los mil matices, luminosos unos, obscuros otros. Es ese color el ímpetu de vida con que el árbol se hace presente a nuestros ojos. Verde mate a la hora del crepúsculo, verde que se acerca al azul del cielo para, en el preciso momento que precede a la noche, confundirse con él. Verde que atrae a los pajarillos, que los convida a cantar y que les ofrece la sombra fresca de un follaje exuberante.
Árbol de nuestro valle, árbol siempre verde, sutilmente verde, de un verde que, a fuerza de estar junto a las aguas, se hace rumoroso. El árbol de Salvatierra es el SABINO, el compañero eterno de nuestro río, la morada obligada de las aves que, alegres, como es alegre el color verde, derraman sus trinos en ámbito del valle.

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