Un serafín estilizado a la manera indígena: seis varas de tul en la parte baja, de la boca del rostro infantil emanan flores y un haz de luz, representación de el habla entre los códices indígenas. Frutos de olivo a los lados, y hojas de alcatraz partidas a la mitad. Con vistosos adornos en las orejas.
Esta representación de un serafín es la imagen emblemática de san Francisco de Asís, quien se consideraba el más pequeño entre los hijos de Dios. El serafín es el ser espiritual más distante de Dios en la escla de perfección de santo Tomás de Aquino en la "Suma Teológica".
El serafín de la fotografía es una figura labrada que es recurrente en la fachada del templo de San Francisco, y ocupa la parte central de la puerta principal del edificio frnaciscano donde se alojó el tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, en la calle hidalgo esquina con Leandro Valle. Hay que recordar que a san Francisco lo llamaban: "nuestro Seráfico frailecillo".
El labrado en madera de mezquite nos presenta una flor de cuatro pétalos, símbolo de los cuatro rumbos del viento, y siete frutos del olivo, símbolo de la paz. También varas de tul, y ramas que semejan una cruz estilizada, con hojas que terminan en forma de llama vueltas hacia la flor abierta. Es un retablo que significa la expanción de la evangelización a todos los rincones del mundo.
En los retablos de la parte baja de la puerta los cuadros labrados tienen abundantes representaciones de granos de maíz, que en la mitología indígena es la materia con la que están hechos los hombres y mujeres, de acuerdo al Popol Vuh.
La puerta es una concepción sincrética del mundo, un ejemplo paradicmático del mestizaje cultural.
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